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El Instituto Nicaragüense de Cultura, INC, tiene el agrado de invitarles a la presentación de “Pedro y el Lobo”, en el marco del Día Internacional del Niño, el día lunes 2 de junio en funciones didácticas en la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío a las 10:00 a.m. y 3:00 p.m., totalmente gratis.
También se presentará para el público en general el martes 3 de junio a las 7:00 p.m., en la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío. Valor de la entrada: C$100, C$ 80 y C$ 60 córdobas a la venta en la taquilla del TNRD
Y el sábado 7 de junio en la Plaza de la Revolución en función abierta y totalmente gratis, se presentara a las 4:00 p.m.
Pedro y el lobo es una composición de Serguéi Prokófiev (1891-1953) escrita tras su regreso a Rusia en 1936. Prokofiev, un niño prodigio y enfant terrible, probablemente escribió esta pieza en clave sarcástica. No obstante, desde su estreno tuvo un gran éxito no sólo entre los niños de todo el mundo, sino también entre los adultos.
PEDRO Y EL LOBO
Erase una vez un pequeño pastor que se pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando sus ovejas y, como muchas veces se aburria mientras las veía pastar, pensaba cosas que hacer para divertirse.
Un día, decidió que sería buena idea divertirse a costa de la gente del pueblo que había por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:
- Socorro! El lobo! Que viene el lobo!
La gente del pueblo cogió lo que tenía a mano y corriendo fueron a auxiliar al pobre pastorcito que pedía auxilio, pero cuando llegaron, descubrieron que todo había sido una broma pesada del pastor. Y se enfadaron.
Cuando se habían ido, al pastor le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vió a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:
- Socorro! El lobo! Que viene el lobo!
Las gentes del pueblo, en volverlo a oír, empezó a correr otra vez pensando que esta vez si que se había presentado el lobo, y realmente les estaba pidiendo ayuda. Pero al llegar donde estaba el pastor, se lo encontraron por los suelos, riendo de ver como los aldeanos habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez los aldeanos se enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enojados.
A la mañana siguiente, el pastor volvió a pastar con sus ovejas en el mismo campo. Aún reía cuando recordaba correr a los aldeanos. Pero no contó que, ese mismo día, si vió acercarse el lobo. El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar:
- Socorro! El lobo! Que viene el lobo! Se va a comer todas mis ovejas! Auxilio!
Pero esta vez los aldeanos, habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.
El pastorcillo vió como el lobo se abalanzaba sobre sus ovejas, y chilló cada vez más desesperado:
- Socorro! El lobo! El lobo! - pero los aldeanos continuaron sin hacer caso.
Es así, como el pastorcillo vió como el lobo se comía unas cuantas ovejas y se llevaba otras para la cena, sin poder hacer nada. Y se arrepintió en lo más profundo de la broma que hizo el día anterior.
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