La cultura política en la toma de la ciudad de Managua por los grupos sociales urbanos. La ciudad ausente, políticas urbanas y espacios de socialización.
Por María Dolores Alvarez. 2000.
Introducción.
La Cultura Urbana de la ciudad de Managua ha sufrido profundas y vertiginosas transformaciones, producto de factores relacionados al crecimiento de la población, al aumento de la inseguridad ciudadana, y a la falta de políticas urbanas para sus pobladores.
La ciudad de Managua del año 2000 es el espacio donde se desarrollan complejas relaciones sociales, culturales, políticas y económicas, de personas con diferentes procedencias geográficas, diversas concepciones acerca de sí mismo, de los otros y de intereses y motivaciones de vida muy diferentes.
Managua y su contexto histórico.
Solamente hace 145 años que Managua es la capital de Nicaragua[1], anteriormente era un pequeño poblado intermedio entre León y Granada, antes ciudades principales del país. Debido a las constantes guerras entre, los grupos políticos de liberales y conservadores, ocurridas en los años siguientes a la independencia de España[2], fue muy difícil que ambas partes llegaran a un arreglo, por eso es que Managua, como sitio neutral pasó a ser la capital.
Su diseño y ambiente colonial se perdió en 1931, cuando un violento terremoto y el posterior incendio, destruyeron el centro de la ciudad. Mas tarde se reconstruyó a partir de la influencia modernizante del Art Decó, con un estilo arquitectónico de construcción y planificación de marcada influencia norteamericana.
Desde la década de los años cuarenta, Managua, tiene su trama urbana con calles y avenidas. También es esa etapa de los 40s, se instalan en el centro de la ciudad las tuberías de agua potable, de aguas pluviales y las aguas negras se envían al Lago Xolotlán y es a partir de ese momento cuando el hermoso lago empieza su contaminación, ahora prácticamente irreversible.
El empobrecimiento del campesino generado por la llegada de la agroindustria capitalista en las décadas de los 50s y 60s convirtió a la ciudad de Managua, en un atractivo importante para los pobladores del interior del país, debido a que se iniciaba un proceso de industrialización y de concentración de actividades del Estado y del comercio. Esto generó el crecimiento de la ciudad , a ritmos para los cuales no estaba preparada.
En la década de los años sesenta, la política de apoyo financiero de la Agencia Interamericana para el Desarrollo y el Programa de Alianza para el Progreso, permiten un desarrollo de la industria de sustitución de importaciones y con ello la prosperidad relativa a un grupo poblacional que en ese momento empieza su aprendizaje en el trabajo de obreros industriales.
Una parte de las nuevas industrias se localizaron en la zona céntrica de la ciudad y algunas otras en la Carretera Norte, en el sector llamado como “parque industrial” de incipiente desarrollo en ese tiempo. En ese período, el carácter de mercancía del suelo urbano, determinó el acceso a su propiedad, por tanto, los sectores populares que no contaron con recursos para comprar un terreno y construir una vivienda, tampoco tuvieron acceso a los Programas de Urbanización promovidos por la Alianza para el Progreso en los años 60.
En 1972, dos violentos terremotos ocurridos en la misma noche, ocasionan una nueva destrucción de la ciudad, donde habitaban unos 600,000 pobladores. En los años que siguieron a dichos terremotos, la ciudad volvió a reconstruirse parcialmente y las industrias se trasladaron definitivamente a la Carretera Norte.
Después del año 1972 Managua quedó sin centro urbano y ahora 25 años después la ciudad está dispersa en los alrededores del antiguo casco urbano. Las construcciones que predominan son de una sola planta. La mayor parte de las casas tienen un pequeño patio o jardín y en general tienen arboles y plantas en abundancia, lo que conserva el medio ambiente ligeramente húmedo y regula la temperatura con apoyo de la brisa lacustre[3].
Managua se reconstruye al vaivén de las especulaciones sobre el suelo y la vivienda, aumentan los repartos ilegales, proliferan las cuarterías, se acentúa la explotación por medio del inquilinato y se desarrollan numerosos barrios precarios alrededor de las fábricas y los mercados.
La actual trama urbana carece de lógica organizativa, las calles no tiene nombres, las direcciones se dan a través de referencias solares, como arriba y abajo[4] o hacia el lago o hacia la montaña. Como resultado, los migrantes al llegar se encuentran con una ciudad que les puede parecer ausente y con un escenario notoriamente verde en donde circulan modernos vehículos al lado de carreteras y animales de tiro, lo cual le da un cierto tono de vida rural.
Desde finales de los años setenta, hasta la fecha, se ha establecido una zona adicional, llamada “Zona Franca, libre de impuestos”, donde las empresas industriales de gran capital, particularmente extranjero, contratan mano de obra para el ensamblaje de sus productos, especialmente textiles, cueros y metales.
Una vez saturada la demanda de mano de obra fabril, las personas que no encuentran empleo productivo como alternativa de subsistencia se dedican al comercio y los servicios.
Por estas razones, los barrios de la Carretera Norte de Managua están poblados mayoritariamente por obreros que trabajan o han trabajado en las fábricas.
Toda la vida cotidiana de la población esta vinculada a ciertas costumbres y hábitos de las fábricas, por ejemplo, todos saben la hora a partir del sonido de los silbatos industriales. La particular vida social que se desarrolla en las entradas o portones de las fábricas, donde los trabajadores se reúnen en sus tertulias cotidianas, para saber sí serán contratados nuevamente en la siguiente semana y compartir de algún modo sus angustias y dificultades de sobrevivencia. Además, que aquí se venden las comidas al fiado y se anotan las deudas de los obreros en libretas, para que al fin de la semana o de la quincena sean canceladas las cuentas.
En la década de los años 80s, la ciudad duplicó su población y alcanzó para el año 1996, la cifra de 1,2 millones de habitantes, por ésta razón, la ciudad se densifica, sobretodo en los barrios populares. Los servicios se saturan y empiezan a proliferar las instalaciones ilegales de agua y luz, el Estado se ve obligado, como parte de las políticas urbanas de la Revolución Sandinista[5], a regular de algún modo el crecimiento urbano y crea el programa de Urbanizaciones Progresivas. La instancia de gobierno que dio atención a este proceso desde 19808 fue el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Urbanos, que lamentablemente fue "compactado" con las políticas de reducción del gasto público aplicadas por el Gobierno Sandinista en 1988.
Surgió en la década de los 80s una nueva cultura urbana caracterizada por una mayor participación de la población en su propio destino, la modificación de la fisionomía y el paisaje urbano de Managua y el surgimiento de nuevas formas de relación social, caracterizadas por la organización comunal, par el logro y consolidación de sus demandas y necesidades.
La población se vuelve arquitecto de su propia vivienda y decide a su libre albedrío su propia imagen y estructura interna, resulta entonces una ciudad que al mismo tiempo no es ciudad por la anarquía en que se encuentra asentada. Parte de la ausencia de “imagen” de la ciudad lo constituye la falta de un centro urbano ya que la trama actual se sobrepone a un antiguo plan de desarrollo de polos poblacionales[6] unidos por autopistas sin que exista el concepto de peatón, sin trazado de calles y avenidas.
Como resultado de los comicios de 1990, el Gobierno Central cambia radicalmente su signo político, y como medida de prevención y protección a la población decreta las leyes 85 y 86, ambas tendientes a establecer normas de propiedad para los sectores populares que les dieran seguridad para conservar sus propiedades y viviendas. Posteriormente, el gobierno entrante creo la Oficina de Ordenamiento Territorial que tuvo como función atender las demandas y querellas acerca de la propiedad.
En la década de los 90s, la política del Estado y de las autoridades de la comuna, dejaron el desarrollo urbanístico en manos de los pobladores y del pensamiento filosófico de “dejar hacer, dejar pasar”. Por esta razón los habitantes de los barrios populares han tenido que recurrir a las mas variadas formas de obtener recursos, especialmente a través de hermanamientos de solidaridad con grupos en el extranjero, que apoyan acciones concretas como puestos médicos, ollas comunales, escuelas y centros de atención juvenil.
La demanda insatisfecha de viviendas urbanizadas y equipadas hace que grupos tradicionalmente marginados económicamente, desarrollen mecanismos para crear soluciones parciales a sus problemas, como lo son las tomas de tierras urbanas en grupos organizados.
En sus resultados, la beligerancia de los pobladores, influye considerablemente en la conformación de nuevos barrios, en la instalación de los servicios y el equipamiento, que primero llega como beneficio comunal y posteriormente se transforma en domiciliar.
Managua actúa como una ciudad huésped en donde los migrantes, una vez que han logrado establecerse económica y espacialmente, optan por residir en forma definitiva en ella. Aquí encontramos una causa muy importante de esta multiculturalidad de nuestra ciudad.
De acuerdo con los datos oficiales del Censo Nacional de INEC realizado en 1995, Nicaragua contaba con una población general de 4,139,486 habitantes, de ella el 2,138,180, el 51.65 % fué considerada población urbana. En el Municipio de Managua con 882,945 habitantes, un total de 819,731 son considerados urbanos, el 92.84 %. De acuerdo a estas cifras el 41.29 % del total población urbana vive en Managua. Han pasado cinco años desde aquel censo y la tendencia marca un proceso acelerado de urbanización que no tiene una atención adecuada.
En todo este proceso podemos distinguir diversas tomas virtuales de la ciudad, que en general estan asociadas a los momentos de mayor conflicto en el país, así vemos cómo las tomas de tierras urbanas desde 1960 hasta la fecha están relacionadas a las crisis y los cambios de gobiernos.
La ciudad ausente, políticas urbanas y espacios de socialización.
Las políticas urbanas desarrolladas por los gobiernos locales entre 1990 y el 2000 están definidas por la construcción de obras de infraestructura de carácter cosmético y en función de satisfacer a sectores económicos beneficiados por las políticas del Gobierno Central y local.
Managua es una ciudad para los grupos de poder pero no para los ciudadanos de todos los otros sectores económicos y sociales, es por eso que ahora nos encontramos que Managua está siendo modificada bajo el concepto de una ciudad sin ciudadanos, de a pie por ejemplo.
Como contrapartida, los sectores populares presionan sobre los espacios físicos, económicos y sociales y demandan la cobertura de los servicios urbanos básicos como calles, senderos peatonales, agua potable, energía eléctrica, aguas servidas, recolección de basura, cementerio, mercados, servicios sociales como salud y educación. Ante la falta de respuesta de las entidades respectivas, Managua es una ciudad "tomada virtualmente" por sus pobladores.
Así como la toma de la ciudad es un hecho virtual, la imagen simbólica también lo es, Managua es una ciudad sin centro, sin coherencia interna, dispersa y anárquica. Uno de los ejemplos más paradójicos es la forma de dar una dirección. Se utiliza los términos arriba y abajo para indicar el Este, donde sale el sol, y el Oeste, donde se pone el sol. Esta definición conspira contra el más elemental sentido común, cuando, por razones de topografía, la dirección señalada hacia "arriba" consiste en una pendiente hacia abajo.
La ciudad y sus pobladores, marcan las épocas de sus vidas a partir de sitios referenciales como "el arbolito", "donde fue el cine tal..", "de donde era la pulpería tal..". Muchos de ellos ya ni siquiera existen pero reflejan la ansiedad de arraigo por aquellos otrora elementos simbólicos de la ciudad.
Desafortunadamente, ya casi finalizando el año 2000, vemos como se ha desarrollado simultáneamente un marcado individualismo en la vida urbana y el consumo de valores de la cultura material y espiritual, que llegan a través de la tecnología y los medios de comunicación, en un proceso que hoy conocemos como globalización[7], y que dejan al devenir del consumismo la vida urbana. Tenemos pocos espacios de socialización comunitaria y muchos espacios de concurrencia individualista, el primero podría ser el llamado Malecón de Managua y el segundo, cualquiera de los pírricos remedos de los Mall norteamericanos, tales como Metrocentro o el Interplaza.
Casi sin percibirlo, las ansiadas canchas deportivas, casas comunales y parques vecinales, han perdido a sus visitantes debido a la creciente inseguridad ciudadana ay han sido sustituidos, en el caso de los jóvenes, por las salas de nintendo, en donde establecen una comunicación instrumental con los elementos de la electrónica cargada de mensajes de violencia y en donde los niños y jóvenes que asisten ni siquiera se vuelven a ver el rostro.
Por otra parte, las elevadas cifras de concentración de la población nacional en la ciudad de Managua, le otorga una preponderancia notable con respecto al país en conjunto. Esta característica sumada a las anteriores conlleva a la existencia de dificultades de convivencia debido a las diferencias origen geográfico, cultura y etnia que se manifiestan en la existencia de grupos de inmigrantes de primera y segunda generación muy bien consolidados, e incluso asociados de manera espontánea y en otros casos formal.
En la ciudad de Managua, podemos podemos apreciar que los procesos derivados de las políticas urbanas configuran una cultura propia que nos han dado la oportunidad de analizar procesos como: resistencia de la cultura autónoma; imposición de la cultura ajena; apropiación de elementos culturales ajenos, sobre cuyo uso puede decidirse, aunque no esté en capacidad de producirlos y reproducirlos automáticamente; y enajenación como pérdida de la capacidad de decisión sobre elementos culturales propios[8], y que a paso lento van delimitando los contornos de los grupos y clases sociales que la habitamos, marcados cada vez más fuertemente por las desigualdades en el acceso a los bienes de la modernidad y posmodernidad y las asimetrías que se derivan de las diferencias en el estatus socio económico.
Al referirme a la toma de la ciudad por los pobladores en contraposición a la ausencia de políticas urbanas para los sectores populares establezco como punto de referencia que “todo elemento cultural es el resultado de una dinámica social específica y responde a necesidades colectivas. La cultura entendida de esta manera, es la respuesta de un grupo social al reto que plantea la satisfacción de las necesidades básicas que tiene toda colectividad humana”[9].
De allí se explica la formulación de una ciudad con un concepto arquitectónico tan propio como individual. Esto debido a que al no existir programas de atención urbanística dirigidos a beneficiar a los barrios populares, el resultado es que cada vivienda nos muestra un diseño propio, al cual solo podremos considerar pocos elementos en común como la construcción en una sola planta debido a la alta sismicidad, y el cultivo de todo tipo de plantas y arbustos que genera una imagen de ciudad arborizada, donde apenas se pueden apreciar sus casas.
En el campo de la vida urbana las manifestaciones de oposición entre lo tradicional, lo moderno y muy eventualmente lo posmoderno, son tangibles. En cada persona vive cotidianamente esta rica mezcla de expresiones. En Managua, podemos subir a diario a un autobús y cruzar extensos predios vacíos dedicados todavía a cultivos que poco a poco se convierten en lotes para construcción de enormes edificios "de altura" y centros comerciales. También el tráfico de vehículos se detiene por el paso lento de una carreta cargada de leña
En una realidad, donde las constantes migraciones poblacionales provocan que los elementos culturales propios empiecen a encontrarse con los ajenos y en la medida en que éstos últimos tienen un sentido y utilidad concreta para la satisfacción de las necesidades básicas e intereses de los individuos y grupos humanos, entonces empieza un devenir entre aceptar o rechazar elementos propios y ajenos.
En el contexto social contemporáneo, la influencia de los medios de comunicación y el avance de la economía neoliberal, ha invadido nuestra cultura con valores y paradigmas de distinto origen, motivación y más aún, de intenciones diversas.
En Managua, la globalización es ya un fenómeno perceptible, que de una u otra forma interviene en la construcción de la cultura urbana. Esta influye sobre todo en la población joven a través de los mecanismos de propaganda y consumo, los cuales sutil y lentamente imponen valores de culturas ajenas y dejan en segundo plano a la cultura original.
Al establecer una reflexión de síntesis sobre el concepto políticas urbanas desde la perspectiva de la cultura, donde coexisten personas de diferentes culturas, etnias, clases sociales y razas, resulta práctico un razonamiento que considere a la cultura como instrumento de los grupos populares ya que de esta forma puede contribuir a resolver sus necesidades, particularmente de la calidad de vida, tanto material como espiritual. Este planteamiento es especialmente útil para la elaboración de las estrategias de tipo político.
Como hemos dicho, la diversidad cultural urbana de Managua, es producto de los procesos históricos y sociales, vividos por estos grupos hasta el día de hoy, con la peculiaridad de que los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa.
Cultura Política en la toma de la ciudad por los grupos sociales urbanos.
Si consideramos que Managua es una ciudad ausente en los términos antes descritos, entonces estamos ante una ciudad abstracta, metafísica, es solamente es vista y comprendida por los habitantes de ella misma. A los ojos y percepción de los "extraños" es difícil y lento llegar a concptualizarla.
Hechos concretos que nos ponen de manifiesto la existencia de ciudadano en la ciudad ausente son "las presencias callejeras" de los sectores populares en huelgas generalizadas del transporte, las manifestaciones estudiantiles y las acciones de las organizaciones de mujeres en contra de la violencia doméstica, solo para traer a colación los ejemplos más importantes.
En estas movilizaciones políticas se suman simplemente los ciudadanos que están interesados el resolver el problema que demanda, con una extraordinarias capacidad de entenderse, incluso con sus mismos adversarios en otros planos de la vida política nacional, con tal de lograr la satisfacción de la demanda en cuestión.
Nuestra próxima meta es concéntranos en los movimientos sociales que manifiestan sus demandas en el escenario público y recurren a la toma de las calles como forma de ser escuchados.
Algunos rasgos de la investigación hacia el futuro.
La ciudad como símbolo y los símbolos de la ciudad
El problema de la inseguridad ciudadana
Desarrollo habitacional individualista versus planificación y ordenamiento urbano
Servicios domiciliares y públicos
Presencia real y estimada de la vida peatonal
Infraestructura vial y transporte público
Desarrollo creciente de los "no lugares"
Aumento del perfil del anonimato en la ciudad
Espacios de socialización-comunitaria y de concurrencia-individualista
Espacios para la recreación cultura y deportes como expresiones de comunicación social
Medio ambiente
Transformaciones culturales derivadas de la globalización
Asimetría social manifiesta en el acceso a los espacios de consumo y a la ocupación de los espacios habitacionales de mayor calidad urbanística
La territorialización la desterritorialización, manifiesta en los grupos sociales cuya identidad barrial es altamente clara, constituyendo una ciudad de pequeños "pueblitos barriales".
Si aplicamos un pensamiento analógico podemos afirmar que así como la autoestima estimula el desarrollo de la personalidad humana, la autoconciencia de la cultura urbana puede convertirse en mecanismo de estímulo y desarrollo de la identidad y motor de las transformaciones que requiere la sociedad y su ciudad.
Surge entonces, la necesidad de pensar en que la interpretación de las culturas, abre la posibilidad de convertir los conocimientos etnológicos y meramente académicos en aportes al desarrollo de los procesos sociales y mejoramiento de la calidad de vida de la población. Al finalizar el trabajo, vuelvo a mi pregunta inicial: ¿dónde está Managua?
Maria Dolores Alvarez Arzate
23 y 24 de Mayo de 2001.
Bibliografía
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Lungo Ucles, Mario. 1989. Lo urbano, teoría y métodos. San José, Costa Rica : EDUCA.
Nivón, Eduardo. 1990. Urbanización, marginalidad y cultura política. México : UAM-Iztapalapa.
[1] Nombrada sede de los poderes públicos de Nicaragua el 5 de febrero de 1852.
[2] La fecha de independencia es 15 de septiembre de 1821.
[3] Tiene un promedio de 34ºC y llega a alcanzar hasta 38ºC.
[4] Arriba significa donde amanece o se levanta el sol y abajo significa donde atardece o se oculta el sol.
[5] Alvarez, María Dolores y otros. 1992. Aportes al estudio de las políticas urbanas en Managua durante el período 1979-1989. Managua : UNAN. Págs. 41-63.
[6] Con intenciones de control anti-subersivo.
[7] García Canclini, Néstor. 1994. Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización. México : Grijalbo.
[8] Bonfil Batalla, Guillermo. 1984. Lo propio y lo ajeno. Publicado en La Cultura Popular. Compilado por Adolfo Colombres. Puebla: Premia Editores. P+ag. 79-86.
[9] Stavenhagen, Rodolfo. 1984. La cultura popular y la creación intelectual. Publicado en La Cultura Popular. Compilado por Adolfo Colombres. Puebla : Premia Editores. Págs. 21-22.
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