viernes, 6 de abril de 2007

Mujer, medio ambiente y pobreza en América Latina - Por Maria Dolores Alvarez

MUJER, MEDIO AMBIENTE Y POBREZA EN AMÉRICA LATINA
María Dolores Álvarez Arzate – 2002.

Introducción.
La crisis que enfrenta América Latina es resultado de un largo proceso de colonización y de imposición de modelos económicos, sociales y políticos en función de los intereses de los grupos dominantes en los sucesivos e interminables repartos del mundo.
El Medio Ambiente y el paisaje de nuestra América Latina, han visto mezclado su carácter autóctono con el de la colonización y más tarde con el de la industrialización y urbanización de nuestras poblaciones, desde las papas, el tomate, el maíz, el cacao, el oro y la plata, que fueron llevadas de América a Europa, hasta la llegada de la caña de azúcar antillana, el café africano, la remolacha y el ganado mayor de Europa, nuestro medio ambiente es también resultado de esa colonización, de ese mestizaje.
América Latina es vista desde aquellos tiempos hasta ahora, como una fuente inagotable de recursos naturales, pero a los grandes de la economía mundial ya no les interesa nuestra población: una población sometida a condiciones de pobreza y marginalidad que la conducen a un estado de vulnerabilidad incalculable, estando entre los más afectados, las mujeres, los niños y los ancianos.
Es un deber, entonces, estudiar y profundizar en el análisis de las relaciones entre la población, particularmente las mujeres, el medio ambiente y los estados de pobreza, que nos permita encontrar las alternativas para revertir la situación de marginalidad en un mejoramiento de la calidad de vida y de la conservación de la naturaleza, no sólo para nuestra generación sino también para las generaciones futuras.
Partiendo de la mutua relación entre el desarrollo económico-social y el medio ambiente, analizaremos algunas de las políticas de desarrollo aplicadas en nuestros países.
La Deuda Externa.
La Deuda Externa es quizás la más importante de las políticas económicas dirigidas hacia nuestros países por dos elementos que considero esenciales: es el mecanismo de recuperación financiera en la inversión de capitales, y es al mismo tiempo, el mejor y menos visible freno al desarrollo de las economías nacionales.
Trabajar en el campo o la ciudad, en el contexto microeconómico, significa que el resultado de esa producción solamente permite la reproducción simple de las empresas, ya que lo que debería estar destinado a la ganancia para elevar la calidad de vida, se eleva en el pago de brutales cargas impositivas que los Gobiernos establecen para reducir sus déficits fiscales y para efectuar pagos de la deuda externa de los países. Protestas populares por esta causa han mantenido en tensión en este año a Venezuela, Perú, Colombia, Argentina, México, El Salvador y Nicaragua, entre otros.
Ante la gravedad de los hechos, no han faltado los grupos económicos poderosos del mundo que han tratado de establecer el canje de la Deuda Externa por la utilización de los territorios de nuestro suelo latinoamericano como basureros tóxicos, no solamente de elementos químicos; sino también de los desechos radioactivos de las grandes centrales nucleares norteamericanas o europeas.
El Mercado Internacional.
En este año 1992, las modificaciones en el mapa político del mundo, traen consigo acciones en el plano económico que han sido un duro golpe para los países en vías de desarrollo.
E descenso en los precios de exportación de los productos tradicionales de los países en vías de desarrollo, iniciado en la década de los 80s, se vio drásticamente afectado en los últimos dos años, a partir de la puesta en el mercado de los productos de la ex-Unión Soviética y de los países del Este, lo que hizo disminuir aún más los precios de productos como el algodón, el café, los cereales, los metales, etc.
Esto ha significado una disminución en los ingresos globales de las economías de América Latina y de otros países del mundo. Por tanto se profundiza la crisis económica de los habitantes de nuestros países.
Según datos de Naciones Unidas, aproximadamente la mitad de la población de América Latina está compuesta por mujeres, y cerca de dos tercios de los hogares tienen al frente una mujer. El Banco Mundial cita que estos dos tercios de mujeres trabajan para sostener sus hogares, generando una proporción similar de valores creados; sin embargo, únicamente gana una décima parte de los ingresos generales de América Latina. En medio de la pobreza general, la mujer lleva la mayor carga, y por si fuera poco, en nuestros países, las mujeres enfrentan serias dificultades para tener acceso al crédito y a la propiedad de la tierra, a la educación y capacitación, a la atención médica, y así sucesivamente.
Parte de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día, los apreciamos también en plano del mercado internacional debido a la incompatibilidad entre la oferta de nuestros productos de exportación y la estructura de la demanda; esta última tendiente al consumo de productos de mayor tecnificación y calidad, cuya tecnología se encuentra en manos de un pequeño grupo de países.
Cálculos conservadores estiman que un 25% de la población mundial consumen el 75% de la producción mundial y un 75% de habitantes del planeta se tienen que "conformar" con sólo el 25% de la producción, compuesta casi exclusivamente por alimentos que en muchos países latinoamericanos componen un menú de maíz, frijol y arroz, obviamente insuficientes para una alimentación balanceada.
A nivel planetario, América Latina posee el reparto más desigual de la propiedad de la tierra: al 1% de la población le pertenecen el 40% de las tierras cultivables. A esta cruda realidad se suman los problemas de inestabilidad cambiaria, de las reducciones en los ingresos reales de la población, la escasez de divisas y otros mecanismos económicos, y por tanto crece día a día el fenómeno de la recesión económica, que a simple vista se puede observar en el desempleo, la mendicidad y la descomposición social en general.
La política económica de corte neoliberal, está dispuesta a lograr el equilibrio de las balanzas comerciales y a frenar los índices inflacionarios con costos sociales muy elevados.
Las políticas económicas y el medio ambiente
Algunos efectos de estas políticas económicas en el medio ambiente, los podemos apreciar a partir del incremento de la contaminación del aire como producto de la instalación de industrias prohibidas en los países desarrollados como el procesamiento del cloro y de los insecticidas, entre otros. Asimismo hemos visto que al crecimiento de nuestras ciudades se van sumando problemas de contaminación sonora, tratamiento inapropiado de la basura, aguas residuales y desechos urbanos y/o rurales en general; por ejemplo, el desagüe de aguas servidas a lagos como el de Managua, o a los ríos como el Río Bravo, el Usumacinta, el Orinoco, el Amazonas, el Guayas o el Río de la Plata, entre los más conocidos.
La exposición a sustancias químicas peligrosas y agroquímicas, son un problema cuya solución es aún dudosa. Por ejemplo, en el occidente de Nicaragua, la exposición prolongada de las mujeres a sustancias agroquímicas, ha penetrado al torrente sanguíneo y posteriormente se ha encontrado residuos no biodegradables en la leche materna; en otras palabras los hijos de las mujeres trabajadores del algodón han tomado tóxicos a través de la leche materna.
En nuestro país, así como en otros de América Latina, el tema de los desechos tóxicos peligrosos, está en la agenda de trabajo de los distintos grupos ecologistas, ya que los países industrializados han lanzado un plan económico, como ya hemos anotado, de canje de basuras tóxicas por deuda externa, siendo buena parte de ellos, materiales radioactivos cuya desactivación tardará varios miles de años.
En la agricultura, el uso del suelo con poca tecnificación ha representado un proceso erosivo, de destificación, salinización y deforestación que se traduce en una reducción de la fertilidad de los mismos, y cuya recuperación requiere de grandes inversiones, modificaciones en el modo de producción y uso de tecnologías orgánicas de mejoramiento de suelos.
En el aspecto forestal, se calcula que cada año se pierden 15 millones de hectáreas de bosques, y se estima que cada día se extinguen al menos 100 especies entre vegetales y animales. En nuestro caso la mayor preocupación consiste en el uso de la leña como fuente energética, ya que depreda los bosques.
Con madera se cubren el 15% de las necesidades energéticas mundiales; en nuestro continente esta cifra se aproxima al 20% y además no se plantean alternativas de solución compatibles con la cultura y realidad económicas de nuestros países con la cultura y realidad económica de nuestros países. Por ejemplo una mujer que cocina en una cazuela de barro, en un fogón abierto, está utilizando ocho veces más energía que una mujer que tiene una cocina de gas y usa un sartén de aluminio. Otro ejemplo similar ocurre cuando un poblador pobre de nuestro continente se ilumina con una mecha sumergida en una lata de petróleo: éste obtiene cincuenta veces menos luz que la producida por una bujía de 100 vatios; pero la energía que usa es la misma.
La pobreza expresada también en la escasez de dinero, hace que las personas busquen fuentes gratuitas de energía en los bosques.
El deterioro de las selvas tropicales y subtropicales, especialmente la de la cuenca del Amazonas, donde tenemos principal reserva mundial de biomasa, está amenazada no solamente por la pérdida de especies; sino también por el deterioro y, en algunos casos, agotamiento de los yacimientos minerales, de las fuentes de agua dulce, y no sólo el agotamiento de estas últimas; sino también su contaminación; además, debemos agregar los fenómenos colaterales de la urbanización pauperizada que impacta en la calidad de vida y del medio ambiente en general. Como un dato interesante, tenemos que por cada vivienda en las periferias urbanas se está derribando al menos 10 árboles de sombra o frutales.
Los efectos sociales de las Políticas Económicas.
Estudios económicos recientes nos dicen que 40% de las familias en América Latina tienen una alimentación insuficiente, cifra que aumenta cuando nos referimos a países con Haití, Honduras, Belice, Perú o Nicaragua.
Los grupos beneficiados por la educación primaria se han reducido en virtud de una disminución en los presupuestos nacionales del gasto público, que afecta más duramente a los ramos de educación, salud, y seguridad social. La deserción escolar en niñas equivale a tres cuartas partes de la deserción global; esto se traduce más tarde en una incorporación muy limitada de la mujer en la actividad económica, política, social y ecológica de cada país.
En los centros urbanos, el desempleo se convierte en delincuencia, drogas, prostitución, violencia, inseguridad, agresión contra los menores. En el campo la situación no es mejor, los campesinos han sido despojados de sus tierras y se les ha obligado a subsistir en tierras marginales; las comunidades indígenas y sus culturas han sido relegadas a condiciones de pobreza extrema, tal es el caso de los tarahumaras, los quichés, los sumos, los miskitos y así sucesivamente.
La pobreza obliga a la población campesina a emigrar hacia las ciudades, creando problemas tanto en sus lugares de origen como de destino. Los maridos e hijos varones son los primeros en ir del campo a la ciudad, modificando el equilibrio en ambas partes. Además, las mujeres que se quedan en el campo tienen que hacer frente a sus familias con su propio trabajo; hecho que se agrava si consideramos los obstáculos de la mujer para tener acceso a la tierra y para el ejercicio de sus derechos jurídicos y sociales. Resulta por tanto, que los hogares en donde el jefe de familia es una mujer, la pobreza es mayor que donde el cabeza de familia es un hombre.
Las mujeres y el medio ambiente.
Las mujeres hemos sido en nuestros países latinoamericanos las invisibles administradoras del medio ambiente en su doble visión: el deterioro y la conservación.
Desde tiempos precolombinos la cultura autóctona le confiere a la mujer el rol de armonía, con la naturaleza, identificado como el deseo natural de convivir en un entorno agradable, limpio y apropiado para la crianza y educación de sus hijos.
Hoy en día, después de 500 años, la relación de armonía con la naturaleza está tan deteriorada como el medio ambiente mismo.
La falta de políticas institucionales de capacitación, el poco espacio para la opinión de la mujer en la sociedad y el impacto negativo de las políticas económicas, nos han limitado para expresar ideas y propuestas sobre el manejo de los recursos naturales, el uso de la tierra y la planificación del desarrollo urbano y rural.
Es así como la mujer, por una parte, resulta víctima del deterioro ambiental al encontrar cada vez más restringida su supervivencia y la de su familia, y es señalada en numerosos estudios como consumidora de los granos que deberían plantar para mañana, o bien, se le atribuye la responsabilidad de las deforestación de su entorno en busca de leña o alimentos de origen silvestre.
Alternativas.
Han pasado cinco siglos en constantes modificaciones en los hábitos de vida, costumbres, formas de producción, estilos de sobrevivencia. Anotaremos el día de hoy, algunas alternativas que nos parece importante compartir con ustedes.
Es imperativo recuperar la relación sociedad-naturaleza, considerando el papel protagónico de la mujer en la aplicación directa y práctica de las alternativas.
No se trata solamente de mejorar la calidad de vida de la actual generación; sino también de dejar a nuestros hijos, nietos y a las generaciones posteriores, un planeta sano y seguro para la conservación de nuestra especie y de todas las especies existentes.
Una de las tareas será, entonces, una revisión, redefinición, recuperación y cambio en muchos de los valores existentes, que tiendan a reconocer el papel decisivo de las mujeres en la relación sociedad-naturaleza.
Por ejemplo, la mujer como principal transmisora de valores y de educación dentro de la sociedad, debe ser sujeta activa en cuestiones ambientales y de mejoramiento de la calidad de vida, ya que de ella dependerá la actitud de sus hijas e hijos con respecto a la naturaleza y a su propia supervivencia.
Pero no podemos pasar por alto un obstáculo sustancial, que consiste en que la población femenina de América Latina y el Caribe, tiene bajos índices de escolaridad: una de cada cuatro mujeres no sabe leer ni escribir, en más de la mitad de nuestros países una de cada tres mujeres es analfabeta y solamente 17 mujeres de cada 1,000 llegan a las aulas universitarias.
En nuestro país, Nicaragua, las mujeres, a pesar de estas dificultades, durante la década de los 80´s iniciaron un proceso de integración a la actividad laboral y económica en general, que se traduce en una mayor participación de ellas en empresas productivas, formación de colectivos, cooperativas y otras formas organizativas que benefician y dan cabida, no solamente a las mujeres; sino también a hombres que participan en las actividades sociales y productivas.
Esta tendencia de integración continúa desarrollándose en el nuevo contexto de la década de los 90´s que se caracteriza por un creciente desempleo, el crecimiento de las tasas impositivas y un proceso recesivo en la industria y en el agro. Aún así, encontramos, tanto en zonas urbanas como rurales, grupos de trabajo de mujeres o mixtos en actividades productivas y de servicios que constituyen una alternativa eficaz para la sobrevivencia de los núcleos familiares. En otros países, las experiencias tienen un proceso diferente, pero apuntan a un mismo propósito, desarrollar la iniciativa de las mujeres en su papel de armonía con la naturaleza y con la sociedad.
En nuestro trabajo cotidiano debemos tener un cuidado muy especial para saber crear y dar el espacio a las mujeres sin negar que nuestra sociedad es una sociedad mixta, y que es muy importante también la participación de todos los integrantes de la sociedad en la conservación y explotación sostenible de nuestros recursos naturales.
Para que nuestras ideas sean viables, debemos luchar entonces por la erradicación de la pobreza, el aprovechamiento racional de los recursos naturales, el ordenamiento del territorio, la implementación de un desarrollo tecnológico adecuado a las demandas, necesidades y cultura de los distintos grupos que componen el conjunto de la población latinoamericana.
Para finalizar, quiero hacer mención a los problemas globales del medio ambiente, ya que su deterioro es fundamentalmente responsabilidad de las grandes empresas industriales y los gobiernos de los diferentes países del mundo, que conociendo el daño que causan al planeta continúan haciendo uso de materiales y tecnologías que causan daños irreversibles: el uso de Clorofluorocarburos (CFC), que dañan directamente la capa de ozono, el uso de la radioactividad, cuya contaminación no es visible al ojo humano pero si se manifiesta en daños genéticos irreversibles en los seres vivos, el recalentamiento general del planeta que empieza ya a descongelar grandes masas de los hielos permanentes y en un período muy próximo amenaza con elevar el nivel histórico de las aguas oceánicas, lo que traería una inundación lentísima, pero muy grave de las ciudades costeras de todo el planeta.
Es por eso que compartimos el criterio de quienes piensan que el desarrollo de nuestros países en América Latina, Africa y Asia, parte de la implementación de modelos económicos de mayor participación y beneficio de la sociedad; debemos buscar alternativas productivas que no dañen el medio ambiente, por ejemplo, el uso de tecnologías orgánicas y de control biológico en los cultivos, el aprovechamiento de energías no contaminantes como el aire y las aguas, el uso de la energía geotérmica, el ordenamiento del espacio habitado que permita un adecuado tratamiento a los desechos, tanto domésticos como productivos; y en definitiva, es urgente revertir las cifras actuales sobre el consumo que indican que un 18% de la población del planeta consume el 75% de los recursos no renovables y un 10% consume más de la mitad de los alimentos que se producen.
Respetable auditorio, trabajemos por la armonía entre la sociedad y la naturaleza, no sólo por nosotros, sino también por las generaciones futuras.
Quito, Ecuador, 2002.

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