martes, 7 de agosto de 2007

El secreto de las cinco erres

El secreto de las cinco "erres"


La fuerza de los ciudadanos está en decir ‘no’ a tendencias consumistas, que provocan daños no sólo en nuestro entorno más inmediato sino en todo el planeta.

Como consumidores podemos asumir un compromiso ambiental. Aquí, presentamos cinco principios, cada uno con su reflejo práctico:

Revalorizar nuestras necesidades básicas para diferenciarlas de las suntuarias y, así, independizarnos de la manipulación publicitaria. Ejercitar nuestra reflexión ética frente a un producto y tomar decisiones congruentes con el medio ambiente, nuestra cultura y el beneficio colectivo.

Por ejemplo: Escoger productos de menor impacto ambiental, como por ejemplo, usar vinagre o bicarbonato de sodio con agua caliente en lugar de sustancias químicas para destapar las cañerías en casa.

En su jardín, preferir abonos orgánicos en vez de fertilizantes.

Reestructurar
el sistema económico para que, en lugar de producir bienes no básicos para pocos, se concentre en la satisfacción de necesidades básicas para todos. Incluir los costos sociales y ambientales en los precios de todos los bienes y servicios.

Por ejemplo: Crear cooperativas que obtengan y distribuyan bienes con bajo costo ambiental a través de redes populares que evitan intermediarios y permiten un reparto integral.

Reducir nuestros consumos cotidianos de recursos (energía, agua) y de productos nocivos. En las urbes, sobre todo, pugnar por un uso eficiente y equitativo de los servicios y por un rechazo colectivo de productos prohibidos en países industrializados.

Por ejemplo: Lavar todos los platos de una sola vez y lo antes posible para evitar que los restos de comida se resequen y se necesite más detergente y agua para limpiarlos.

Planchar toda la ropa de una sola vez aprovechando que la plancha está caliente. La plancha es uno de los equipos electrodomésticos que consumen más electricidad.

Reutilizar y reciclar productos, por ejemplo, aquellos hechos de vidrio, cartón y papel. Separar nuestros residuos (orgánicos, inorgánicos, etc...) y exigir servicios de recolección diferenciada. Se trata de usar los productos a un grado máximo y con un mínimo de impacto sobre el ambiente.

Por ejemplo: Preferir los envases retornables, usar canastas al ir de compras en lugar de bolsas y separar los desperdicios domésticos según el material del cual están fabricados. Evitar, además la rotura de envases de vidrio, plástico o lata, porque ello impide su reciclaje, aparte de que los pedazos que van definitivamente a la basura tardan de tres meses a 500 años en degradarse.

Redistribuir bajo el concepto de aprovechar el espacio ambiental y "huella ecológica" (como se tratará en la página 14 de este número). Todos tenemos el derecho a proporciones equitativas de los recursos dentro de la capacidad sustentable de la tierra.

Por ejemplo: Lograr políticas gubernamentales que satisfagan las necesidades básicas como condición para estabilizar el crecimiento demográfico.

* Información de la Oficina Regional del Pnuma.

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