lunes, 21 de mayo de 2007

El pueblo indígena de Mozonte - Por Mario Urtecho

El pueblo indígena de Mozonte
Mario Urtecho
Publicado el 15 de mayo de 2007 en El Nuevo Diario.

A doña Fermina Gómez Rivera,
su Alcaldesa de Vara.


Después de sobrevivir al holocausto de la Conquista, los pueblos indígenas debieron enfrentar el estigma de ser vistos como rémoras para el progreso de la nación, como fueron descalificados por los gobiernos clasistas de Nicaragua posteriores a la independencia de 1821. En coherencia con tal concepción, las autoridades municipales los despojaron de la mayoría de sus territorios, quedando desde entonces su existencia física y jurídica a merced de quienes ejercen el poder.

Pasadas las elecciones del 90, pobladores del Pacífico, Norte y Centro de Nicaragua arguyeron pertenecer a pueblos indígenas y exigieron les restituyeran derechos ancestrales, como la posesión de sus tierras. Los pobladores de Mozonte --asentados en la actual Nueva Segovia desde hace 1,200 años-- sustentan su reclamo con un Título Real extendido en 1773 por la Corona Española, que les acredita la propiedad de 23,590 hectáreas, inscritas en el Registro de la Propiedad de León, y que han defendido en numerosas ocasiones de las imposiciones, como en la insurrección indígena de 1940 contra la aplicación de una Ley que facultaba a las alcaldías a dar en arriendo sus tierras y que favoreció a terratenientes de Ocotal.

Una investigación etnográfica desarrollada con el pueblo indígena de Mozonte y auspiciada por el SNV de Holanda en Las Segovias, identificó en la familia, la tierra y la endogamia, los ejes centrales que han preservado la identidad y cohesión de su casta indígena. En la familia se gestan y socializan hechos ancestrales, actualizan costumbres y normas de convivencia social. Con la tierra su relación trasciende a poseer algo, pues antes que medio de producción es parte integral de su razón de ser y de su identidad. La Endogamia --formar familias con su mismo grupo social-- les permite fortalecer parentescos, amistades y mecanismos de defensa frente a la secular discriminación social. Eso explica que su movilidad hacia grupos no indígenas no sea una práctica común entre ellos y ellas.

La gestión desarrollada por el honorable Consejo de Ancianos y su Junta Directiva a partir del año 2000 ha contribuido a acercar a su casta, valorar necesidades, compartir ideas, identificar retos, calcular riesgos, definir rutas y mancomunar esfuerzos. Producto de seis años de labor es la revisión, enriquecimiento y actualización de los Estatutos del Pueblo Indígena; el Plan de Arbitrios; la Normativa de Asuntos Electorales y el resurgimiento de su identidad. Convencidos de que en la unión está su sobrevivencia, organizaron la Coordinadora Chorotega, integrada por indígenas segovianos de Totogalpa, San Lucas, Cusmapa y Litelpaneca, con los que aspiran a promover y defender sus derechos, autonomía e igualdad y preservar su patrimonio, costumbres y tradiciones.

Pese a sus esfuerzos, la pobreza y el desempleo obstaculizan su desarrollo. Sus establecimientos de salud carecen de médicos permanentes y medicinas. Su educación primaria la caracteriza el hacinamiento, deterioro de aulas y escasos maestros. Pocos estudian la secundaria, pues sólo hay un Instituto en Mozonte y algunos optan por los cursos sabatinos en Ocotal y Totogalpa, pero sus costos son excluyentes. La excepción hace estudios técnicos o profesionales. La ausencia de oportunidades ocasiona que muchas jóvenes emigren a Ocotal a emplearse de domésticas, con salarios de 17 dólares mensuales, trabajando 30 días, 12 horas al día, sin descanso ni prestaciones sociales. Aunque aún no son masivas, ya hay migraciones indígenas dentro y fuera del país.

El censo de su casta indígena no está actualizado, lo que impide precisar el número y condiciones de su gente, en particular de sus niñas, niños y adolescentes. La representante de la mujer indígena estimula su superación y status, promueve su participación en espacios de decisión para atender su problemática y reivindicaciones, y propicia condiciones para mejorar su capacidad laboral.

La Red de Jóvenes, empeñada en organizar a la juventud de sus 15 comunidades, está creando las condiciones para superarse, divertirse y conocer a otros indígenas. El uso de la medicina indígena ha sido factor decisivo para preservar la vida de su casta, en especial de las personas menores de edad. Las parteras, curanderos, sobadores y hueseros poseen valiosos conocimientos, pero tienen poca atención del Minsa, lo cual es una contradicción pues para su población, el Seguro Social y sus beneficios son completamente desconocidos.

En el santoral católico, San Pedro desplazó a Xilonem, pero en sus festejos persiste la costumbre de arrancarle la cabeza al gallo, símbolo del deschilote que se hace al maíz en julio. Los ancianos recuerdan sus festividades de antaño y precisan tradiciones perdidas, como los bailes de mazurcas, polkas y sones, acompañados con guitarras y violines. Ya no usan sus trajes de manta blanca ni el calzado de cuero de venado. La constante influencia cultural a la que están sometidos puede verse en los nombres de sus niños y niñas. Entre los entrevistados estaban Yáder, Bryan, Alexis, Yahaira, Elizabeth, Catherine, Selena y quizá por sus discrepancias con la revolución no había ninguna Xilonem, Xóchilt, Yaosca, Sirama, Quilalí, Yolaina o Augusto César.

Tareas pendientes son lograr que el Estado de Nicaragua reconozca y respete la propiedad de sus tierras y recursos naturales; censar a su casta indígena; atender a sus agentes de la medicina tradicional; identificar las principales nosologías que les afectan; recopilar plantas medicinales más utilizadas y clasificarlas según el uso en sus comunidades. Además, gestionar ante el Ministerio de Educación para incorporar contenidos de historia y cultura indígena en las escuelas ubicadas en sus pueblos y construir aulas para liquidar el hacinamiento; gestionar becas completas ante el Consejo Nacional de Universidades para que sus jóvenes estudien sin las incertidumbres de la pobreza.

Es apremiante obtener apoyo para desarrollar microempresas comunales o individuales, en las que incursionen jóvenes y mujeres; obtener financiamiento para desarrollar iniciativas de agroturismo, ecoturismo y modalidades acordes con el potencial disponible en el territorio indígena en las que participen las comunidades. Por su parte, el Consejo de Ancianos abrirá la Escuela de Artesanía que ayudará a convertir a Mozonte en destino turístico y en un gran centro de exposición y ventas de artesanías de arcilla, tejidos, madera tallada, trabajo con metales, pinturas, etc.

Las indígenas deben promover acciones para tener más participación, elevar su autoestima y gestionar proyectos, en los que siendo socias directas, les ayuden a salir de la pobreza y mejorar su salud y educación; identificar sus derechos de mujeres e indígenas, defenderlos y divulgarlos con mujeres, jóvenes y niñas en sus comunidades. De gran provecho sería que el Minsa desarrolle un proceso de enseñanza aprendizaje, donde recíprocamente se capaciten las doctoras y las parteras. Así, éstas serían autorizadas para partear, se reduciría la mortalidad infantil y se les evitaría a las madres el maltrato causado durante horas al ser trasladadas a parir en Mozonte o en Ocotal.

Finalmente están involucrando a su población y sus jóvenes en el rescate de leyendas, canciones, bailes con música de cuerdas, cuentos, medicina indígena, petroglifos, ídolos, artesanías, ubicación de cementerios o sitios para celebrar rituales, investigaciones sobre su historia, publicaciones de libros o revistas sobre su quehacer y estudiar el significado de sus numerosas toponimias entre las que destacan: Mozonte, Yaraje, Guáscara, Pisbalí, Tetuscayán, Chachagua, Zonzapote, Güegüecho, lo que ayudaría a identificar a otros grupos indígenas que habitaron en el actual territorio del pueblo indígena de Mozonte, en Las Segovias.


urtecho2002@yahoo.com
Managua, enero 15, 2007.

A 37 años de la caída del poeta
Leonel Rugama.

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